¿Qué aprendí de mi última pérdida?
Todas las pérdidas nos enseñan algo. La última en especial, me enseñó más que las anteriores. En este punto sé que siempre se aprende 'algo' de las caídas, pero esta caída no fue mía. Sin embargo me enseñó más que mis propias caídas.
Lo primero que me enseñó fue a luchar, fueran guerras, batallas o peleas, pero a luchar por lo que quiero y deseo; a desgarrar todo mi ser en la búsqueda de la victoria.
Me enseñó a saber dar antes de, siquiera, pensar en recibir. A dar todo mi ser siempre a aquello que me apasiona. (Y debo confesar que a este punto me apasiona la vida). Pero sobre todo dar amor al prójimo, sin esperar nada a cambio.
Me enseñó a vivir y utilizar mi energía. A recordar y apreciar diariamente que estoy en este mundo, que estoy sana, (un poco loca), pero tengo la capacidad de ¡vivir! Que tengo la libertad de salir y conocer, salir y aprender, salir y caerme: siempre y cuando me vuelva a levantar.
Me enseñó a no temer, pese a que sigo sintiendo miedo, siempre recuerdo que es parte del proceso. Por naturaleza temo a lo que desconozco, así como tú también, pero me enseñó a no temer a las caídas, las subidas, a volar en el aire, a imaginar, a amar, a abrazar, a besar, a demostrar mi cariño, a demostrar mis sentimientos.. ¡A SENTIR! A correr, a reír, a llorar, a jugar, a cantar, a dormir, a comer, a saborear, a sentir las texturas, a conectar mi ser y mundo espiritual con el ser y mundo físico.
Me enseñó..
A vivir.
Porque de su muerte aprendí, que en este mundo estamos de paso y que nuestra estadía es mínima. Que lo único seguro que tenemos es éste instante y la muerte (aún cuando no conozcamos dicha fecha). Que la vida vuela, aún cuando mueres de 21 años; que los días, los segundos, los minutos, los meses, las semanas, los siglos ni con tus caídas se detienen. Que las oportunidades son únicas, así como cada uno de nosotros, con nuestros gustos y desagrados, con nuestras arrugas y huellas, con nuestros sentimientos y emociones. Que sentir es bueno, pero liberarse de los sentimientos y dejarlos fluir es incluso mejor. Que perdonar es lo más liberador del mundo. Que las amistades, la familia y el amor que damos y recibimos son las cosas que más nos deben importar. Que los lugares que visitemos, las aventuras que tengamos, las risas que compartamos, los chocolates que comamos, las noches que se nos vuelvan mañanas, las canciones que gritemos y bailemos, los tacones que rompamos, los caminos que recorramos, las lágrimas que soltemos, los planes que concretemos, los momentos que realmente vivamos serán los que nos llevemos hasta el Mictlán.
Gracias Montzerratt por todo lo que me enseñaste, lo que me dejaste y el amor que siempre me diste. Sobre todo gracias por el valor que sembraste en mí para poder vivir sin miedos ni remordimientos. Quisiera poder abrazarte y agradecerte, viendo tus hermosos ojos, todo lo que me enseñaste.
Te amo mi corazón de melón.
Firma el M&M amarillo.
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